Fran Perea

En el espacio infinito una línea no es más que eso, una línea. 
Pero, tampoco es menos.
La voy trazando con paso constante y... ¿seguro?

¿Qué cosa es esta llamada vida?

Los hombros se van congestionando por las venturas y desventuras ajenas y propias y, en ocasiones, me sorprendo a mí mismo suplicando un poco de viento fresco que seque el sudor de mi frente. 

¿Voy por buen camino, o, simplemente, voy por el camino que voy, ese que un día elegí sin saber a lo me enfrentaba?

Voy por el camino que voy. Y quiero caminar. Solo quiero caminar.

En este devenir y ya viendo los cuarenta en el horizonte cercano, hago recuento de las pertenecías y reamueblo la casa. La del nómada que soy. El salón no me ha quedado mal. Tiene de todo. Tengo que colocar una vez más este cuadro que siempre se tuerce. Las habitaciones se han ido llenando de objetos, unos más estimados que otros —pagué un precio muy alto por aquello; demasiado bonito para ser cierto; bien de calidad-precio; me cago en la obsolescencia programada— pero que, en cada momento de mi vida, aportaron algo. Algo dejaron pegado a la piel que hoy tengo en las arrugas de mi cara. Están en mi gesto. En mi modo de comportarme, de entender el día a día, si es que se puede entender. Hay también algunos objetos nuevos, guardados en cajas, esperando su momento para ver la luz, buscando su lugar en el mundo. La entrada y el portal, no están mal. Primeras calidades para inquilinos exigentes. Pasad a la cocina, que ya tengo el puchero a fuego lento. Estáis en vuestra casa... Que se llene de gente mi casa. La gente es la que da sentido a las cosas.

Que se llene de gente mi casa...

Y... Si alguien sabe, que me responda: si la fuerza de las cosas reside en el valor que le damos, ¿qué valor tiene una línea en el espacio infinito? 

Pues, eso, ni más ni menos.

Ni un minuto más, ni un minuto menos.

Bienvenidos.

www.franperea.com 

Una línea más en el espacio.
Fran Perea